Mediante veintitrés cartas dirigidas a su amigo y confidente Germán Arciniegas, Emma Reyes asumió el arduo ejercicio de narrar los giros y adversidades que vivió durante su infancia. Estos textos, escritos entre 1969 y 1997, articulan magistralmente un relato personal que evoca el contexto del altiplano cundiboyacence en la tercera década del siglo XX.
Uno de los descubrimientos más asombrosos del panorama literario nacional.