Todo lo que había aprendido Lorca en su teatro de títeres, en farsas y en el teatro, así como la experiencia poética y vital, confluyeron en la escritura de esta tragedia rural —síntesis entre realidad documental y teatro griego, entre apuntes del natural y alegoría— que tuvo su origen en la noticia de un suceso que ocupó a la prensa andaluza y madrileña, pero que Lorca elevó a las cumbres del teatro mundial.